¿De verdad importa el tamaño a la hora de disfrutar?

Una de las preguntas que más se han debido realizar a lo largo de la historia en lo que al sexo se refiere. Pero claro, ha habido tantas respuestas que ya no se sabe si importa, si no o si solo importa a veces. Por eso mismo hoy venimos a contestar definitivamente a la pregunta «¿De verdad importa el tamaño?».

¿Qué dicen las mujeres?

Porque, al final, las que de verdad saben si importa el tamaño o no, son ellas, claro. Y, según parece, ni siquiera todas las mujeres se ponen de acuerdo. Porque según una encuesta, las mujeres de entre 18 y 25 sí que opinan que el tamaño importa, mientras que las que tenían más de 25 no le dan tanta importancia como a otros factores.

Especialmente a la hora de hablar de relaciones. Donde la mayoría de las encuestadas dijo estar «ampliamente complacida» con su vida sexual. A pesar de que su pareja no tuviera un tamaño por encima de la media.

¿Se puede compensar?

Aunque tu pene no se encuentre en la media, no pasa nada, porque hay otras formas de «compensar». Y vale que no es lo mismo, pero saber usar la lengua ayudará mucho a la hora de mantener a tu pareja sexual satisfecha.

Por supuesto, tener un tamaño mayor no significa automáticamente que seas una máquina en la cama. El tamaño al final es una parte de la ecuación, pero no todo. De forma que la frase «No importa el tamaño, si no como lo uses» sería la respuesta más correcta.

¿Entonces, importa el tamaño o no?

La respuesta es algo más complicada que un «si» o un «no». Porque el tamaño importa hasta cierto punto. Esto se debe a que la mayoría de los nervios de la zona genital femenina se encuentran al principio. De forma que, en principio, prácticamente cualquier hombre que se encuentre en torno a la media (aunque sea un poco por debajo) puede complacer a una mujer.

Aunque claro, siempre será más fácil si vamos un poco sobrados que si nos quedamos justos. Sin embargo, esto únicamente se aplica a los encuentros esporádicos, ya que en las relaciones de pareja la cosa cambia. Principalmente porque al «conocerse» más sexualmente hablando es más fácil saber lo que gusta y lo que no a la otra persona.