Los fetiches sexuales son una de esas cosas tabú. Pese a ser completamente normales, todavía tienen un aura de «cosa rara» encima. Un aura que, con tu ayuda, hoy vamos a levantar, aunque sea un poquito. Porque, quien más y quien menos, todos estamos metidos en ese saco.
Desde el que se vuelve loco con los pies hasta la que es muy fan de las mordazas. Preferencias que, sin que sepamos muy bien por qué están ahí, nos acompañan cada vez que nos lo pasamos bien en la cama.
¿Qué consideramos fetiche?
Los fetiches son, por decirlo de la forma más general posible, el sentirnos excitados por algo más allá de los genitales, el necesitar ese algo para excitarnos. Si, es una definición cogida con pinzas, pero es que en esto de los fetiches sexuales hay de todo. Literalmente. Desde el clásico de los pies hasta gente que se siente atraída por el hecho de ver a otra persona llevando auriculares.
Por eso mismo es tan difícil definir lo que es y lo que no es un fetiche. Podemos quedarnos con que se considera fetiche todos esos elementos que nos ponen sin ser estrictamente sexuales. Si, os miramos a vosotros dos haciéndolo en los probadores, el riesgo de ser pillados también cuenta.
El origen de los fetiches sexuales
Hay mil y una teorías acerca del origen de los fetiches sexuales. Sin embargo, la más aceptada es que tiene que ver con nuestra adolescencia. Es decir, con las cosas con las que formamos conexiones cuando nuestro apetito sexual está naciendo.
Por eso mismo, alguien que se pase esos años calientes con un mismo estímulo, como puede ser un poster de unos pies en la pared, terminará por hacer que tu cerebro lo relaciones con el sexo (si tienes suerte en la vida). Algo que, con el tiempo, se podría convertir en un fetiche.
Nada de lo que avergonzarse
Cada uno tiene sus cosas, eso es así. Hay quien es más «normalito» a la hora del sexo y hay quien tiene fetiches un poco más extraños. Sin embargo, para gustos colores. Por lo que, mientras no hagas daño a nadie (sin que te deje, que os vemos venir a los del BDSM) no tienes que avergonzarte de lo que te ponga.
La mejor parte es que, con lo grande que es el mundo (e Internet) es casi imposible que no termines encontrando alguien a quien le mole lo mismo que a ti. Siempre, claro, que seas sincero con tus gustos.
Imágenes: Unsplash
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