Después de tanto tiempo con tu pareja, y ya aburridos de lo mismo de siempre, parece que a los dos os ha picado el gusanillo por probar la puerta de atrás. Pero hay una cosa que debéis saber. Y es que prepararte para tu primer anal no es como perder la virginidad.
Por suerte, nos tienes a nosotros para echarte un cable y que todo salga de 10. Así que prepárate y piérdele el miedo al sexo anal, que allá vamos.
Prepara el terreno
Primero, y antes de entrar en acción, hay que preparar el terreno. Todos sabemos (o deberíamos saber) que esa zona del cuerpo no tiene precisamente esa función que a veces le damos. Por eso mismo debes «avisar» a tu cuerpo de lo que va a pasar. ¿Cómo se hace eso? Te lo contamos
Antes de nada, lo suyo es ir al baño y vaciar el estómago. Así evitaréis sorpresas desagradables cuando sea el momento de la verdad. Después, lo más recomendable es una buena ducha en la que se deje la zona limpia como la patena.
El lubricante es tu amigo
Hay que tener en cuenta que esta zona del cuerpo no lubrica como sí lo hace una vagina. Por lo que, si no queréis pasar un mal rato, es casi imprescindible el usar un lubricante como ayuda. ¿La mejor opción? los que tienen una base de látex. No solo por que aguantan más, si no también porque dan mejor lubricación.
Cuando se trata de aplicarlo hay muchas formas de hacerlo. Directamente en la zona, en un dedo (o varios) con el que «ir abriendo camino» o, si os atrevéis, directamente sobre el condón. Aunque ojo, a pesar de tener lubricante no esperéis que todo sea como el sexo normal.
Las prisas no son buenas
De la misma forma que cuando se pierde la virginidad, a la hora de prepararte para tu primer anal las prisas no son buenas compañeras. ¿Por qué? Porque hacer fuerza de más unido a los nervios del momento pueden resultar en una visita de urgencia al hospital.
No es mala idea empezar dilatando la zona con los dedos o con algún juguete diseñado con ese propósito (hola, buttplugs). Y es que, como en otros aspectos de la vida, mejor prevenir que curar.
Relaja el ritmo
Una vez más, el sexo anal no es como el sexo tradicional. Por eso mismo hay que tener cuidado al principio. Si ya habéis conseguido encajar las piezas y empezar a darle al tema no es momento de venirse arriba. Es mejor empezar con un ritmo suave y, cuando la tensión inicial se haya disipado, ir aumentando.
Una vez que cojáis ritmo, podéis darle rienda suelta a vuestra pasión y mantener el ritmo que queráis hasta que uno de los dos diga «basta». ¿Un último consejo? La postura del perrito. No solo porque es la más «normal», si no porque es en la que los músculos del recto estarán más relajados.
Imágenes: Unsplash
Deja una respuesta